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Coyhaique

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La sexualidad romana



Son escorts que ejercian servicios sexuales, damas de compañia, cortesanas famosas de la Antigua Roma, encontramos en las diversas fuentes históricas que llegaron a nuestros días nombres como Julia, la hija del Emperador Augusto, Agripina e incluso a Mesalina, la esposa del Emperador Claudio, pues era frecuente que las mujeres de alta alcurnia ejercieran El Trabajo de las Escorts por placer. Este es el caso de Mesalina, que según cuentan los relatos, realizó una apuesta con una escort y por ello se acostó en un solo día con una Centuria completa. De todos modos y pese a la cantidad de sitios donde se ejercía El Trabajo de las Escorts, el lugar preferido por la mayoría era los baños públicos, pues allí podían ofrecer sus servicios a hombres y mujeres sin excepción.

Como dato curioso, podemos añadir que en el año I d.C., según los registros encontrados en Roma, había inscritas 32.000 escorts en la capital del Imperio y a todas ellas les fue entregada la licencia para ejercer el oficio, conocida como “Licentia Stupri”.

La escort era un personaje sugestivo en la literatura de la antigua Roma. Era muchas veces invocada como recurso literario, una metáfora para lo corrompido. Eran notadas por su vestimenta, vestidos de colores chillones hechos de lino transparente. También se distinguían por usar una toga, que eran ropas usadas típicamente por hombres romanos.

Se ha dicho que la escort no era ética para el hombre. Para muchos escritores romanos, El Trabajo de las Escorts representaba la más degradante forma imaginable de existencia para una mujer, representando lo más profundo de la impureza. Las asociaban con la suciedad, lo que realzaba aún más su bajo rango. Los proxenetas en la antigua Roma también eran sujetos de infamia. El proxenetismo era el acto de obtener ganancia por las acciones de la escort. Esto era mediante el manejo de las mismas, buscando clientes o siendo dueños de un burdel.

Estos tipos de asociaciones con El Trabajo de las Escorts eran mirados con desdén y estigmatizados por la sociedad romana. Esto era reflejado claramente en la ley romana: “La ocupación de un proxeneta no es menos degradante que la práctica de El Trabajo de las Escorts y el crimen por ello es incluido en las Leges Juliae, como una pena reservada contra el marido que tenga ganancias monetarias por el adulterio de su esposa”. Los mayas y su curiosa sexualidad